¿Qué decir del miedo cuando yo misma estoy llena de ellos? Miedo a lo desconocido, a lo conocido, miedo a la desesperanza, a la incomprensión… miedos y más miedos y al final miedo a mis propios miedos. Pero, ¿Qué significa esa palabra?
En sí misma la esencia de la palabra ya no es buena, pues el miedo muestra como las inseguridades nos destruyen, no de golpe, sino poco a poco y despiadadamente. Y no confundamos miedo con prudencia, pues el miedo es una sensación que nos impide avanzar, mientras que la prudencia es la capacidad para discernir.
Hay una canción de Beret que dice: “No luchar por lo que quieres solo tiene un nombre y se llama perder. Dime sólo qué prefieres si tienes la opción de tener o temer”. Cuando uno no lucha por miedo, pierde. ¿Y cómo no se tiene miedo? Es complicado, ¿Verdad? Y más si partimos del hecho que las personas hemos nacido con el propósito de ser felices. Pero… ¿Cómo se es feliz?
Lanzo mi respuesta: Amándose a uno mismo y aceptando lo que Dios nos pone en el camino. Desde mi corta experiencia y con mis días buenos y malos afirmo que tengo miedo, pero no me paraliza, sino que me hace ser fuerte y prudente, muy distinto.
Cada uno de nosotros tenemos inscrito un pasado que nos puede llenar de miedos y no dejarnos avanzar o hacernos fuertes para luchar y arriesgar a pesar de los pesares. Cambiemos la palabra miedo por la palabra prudencia o mejor, aprendizaje (me gusta más), porque en definitiva la vida es un constante aprendizaje y como siempre ocurre, hay cosas que salen mal y cosas que salen bien.
Yo misma, quizá sin todo lo vivido no sería quien soy, no estaría escribiendo esto que, he de confesar, tanto me ha costado, pues he sido muy cobarde en ocasiones y he dejado que el miedo y las dudas que estos traen, puedan conmigo. Ahora, doy gracias a Dios por mi pasado, mis temores y mi vida, pues mi historia es preciosa y voy a atreverme a arriesgar por, en palabras de Defreds “Aquello que huele a felicidad”, voy a arriesgarme a perder, pues de todo lo que se vive siempre se puede sacar algo bueno. Miremos el lado bueno de las cosas, que las hay por muy cruel que sea aquello que nos ha tocado vivir y que nuestros miedos no sean nunca más grandes que nuestros sueños.
No desesperes nunca, porque lo contrario a la desesperanza es la esperanza. Lo desconocido puede convertirse en algo maravilloso y conocido. La incomprensión puede llegar a ser comprensión si aprendemos a dialogar. Y los propios miedos pueden perderse si nos amamos a nosotros mismos. Dime, ¿Por qué educas con miedo pudiendo educar con todo lo contrario? Convierte el no puedes en si puedes. Convierte el miedo en amor. No tengas miedo a amar porque puedas salir herido o decepcionado. El amor verdadero nunca decepciona.
Enseña a no temer a aquellos que están llenos de temores y cambiará el mundo. No mires el miedo como lo que la palabra significa, ni te vuelvas él mismo, míralo como un amigo que te enseña lo que debes y no debes hacer, lo que es bueno y malo. Y que sobretodo, te enseña a ser tú mismo.
Y recuerda, siempre hay un motivo por el que sonreír y no mirar hacia atrás. Lo que fue ya pasó, pero la vida está llena de regalos. Yo sonrío por ti, por mis hermanos, mis padres, mis abuelos y tíos, mis amistades… Sonrío por todo el amor que me han brindado y porque gracias a ellos conozco el significado de una palabra que derrota al miedo: AMOR.
Lo dice una persona que comenzó escribiendo llena de ellos…
..
Texto: Judit Moya Sáez (LAND OF HOPE – PROJECT)